El diagnóstico precoz es la clave para una mejor evolución.
Existen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos (actividades, programas de intervención) que mejoran los síntomas, pero no curan la enfermedad.
Es fundamental que las actividades se centren en las capacidades que el paciente mantiene y no en los déficits.
El objetivo de todos los tratamientos es mejorar la calidad de vida del paciente y mantener su autonomía el mayor tiempo posible. En todas las fases de la enfermedad podemos «hacer algo».